Lo siguiente es un artículo sobre Sean y Martha que apareció en el periódico Vanguardia de Saltillo, Coahuila, el 24 de marzo de 2002.
¡PARA NADA!La educación dentro del seno familiar promovida por los padres determina un mejor desarrollo intelectual y psicológico de los hijos.
Marinia Herrena/Vanguardia
En Saltillo vive desde hace seis meses una familia diferente. Ellos creen verdaderamente que es en el hogar donde se puede educar mejor a los hijos, por eso escapan de la tendencia generalizada de considerar a la escuela formal como el lugar del que depende la formación educacional.
Se trata de Martha Arévalo, Sean Duff, y sus hijos Alejandro y Josué, estos últimos de seis y tres años respectivamente.
Ella estudió Psicología y una maestría en Educación, además, luego del nacimiento de los niños, tomó cursos y seminarios de pedadogía, nutrición y arte, todo con el objeto de enriquecer sus conocimientos y ponerlos en práctica al interior de su hogar.
Sean ha dedicado sus estudios a la Geografía y la Astronomía, inclinación que comparte con su hijo mayor, quien actualmente entiende sobre estas ciencias y de Psicología de una manera sorprendente si se toma en cuenta su corta edad.
UN PROCESO EDUCATIVO
Durante los embarazos, Martha y Sean procuraron ejercicios prenatales de estimulación a través de música, y gracias al apoyo de ecografías, observaron la respuesta de sus pequeños aún en el vientre. Aunque debido a que el período de gestación de Josué tuvo complicaciones, no hubo oportunidad de llevarlo de lleno a ese estilo de esperarlo a la vida.
Los padres aplicaron la estimulación temprana en ambos nonatos desde la primera semana de gravidez mediante ejercicios de movimiento, letras y música, entre otros. “Alejandro logró hacer ejercicios de preescolar desde el año y medio, y Josué desde los dos años”, dice Martha.
Y aunque explica que como profesional no tenía una experiencia detallada en el área de estimulación temprana, logró junto con Sean que los niños aprendieran a leer a partir de los dos años y medio, y los tres años de edad.
Si esta familia quisiera inscribir a sus hijos dentro de una escuela ortodoxa tendrían cierta problemática en el sentido de que los programas regulares de los grados no corresponden a sus desarrollo intelectual, por lo que los Duff Arévalo han decidido continuar educando por sí mismos a sus hijos. No los enviarán a la escuela.
“Aunque Alejandro tiene seis años tiene el conocimiento de un niño de último grado de primaria o primero de secundaria, mientras que Josué, a sus tres años, podría atender sin problemas el cuarto grado de nivel básico”, asegura Martha.
“Además sería muy difícil ubicarlos en un grado escolar, porque nuestro programa no es el mismo que se maneja en las escuelas, sino que depende de las áreas que a ellos particularmente les interesa”, añade.
Los títulos, certificados y documentos que avalen los conocimientos básicos de sus hijos no son problema para esta familia: “En Estados Unidos ya existen universidades en las que se les solicita a los alumnos papeles de primaria, secundaria o bachillerato, sino que demuestren su capacidad y habilidades a través de unos exámenes, independientemente de la edad.”
LA DIFERENCIA
Los niños que reciben estimulación uterina e inicial muestran notorias características favorables en comparación con aquellos que nunca tuvieron ningún tipo de educación hasta ingresar a una escuela formal.
“Los primeros cinco años son determinantes en el niños, si éste entra a la escuela después de esa edad ya perdió su máxima capacidad de aprendizaje, porque durante ese primer período de vida aprender no implica esfuerzo, se da como algo natural, contrario a lo que sucede posteriormente cuando ya se exige el esfuerzo y la presión del pequeño”, afirma Martha.
Sean opina que un niño estimulado puede aumentar su coeficiente intelectual hasta en un 50 por ciento más que el promedio, porque así lo ha visto en sus hijos.
UN POCO DE AQUÍ… UN POCO DE ALLÁ
Alejandro y Josué atienden “clases” como una actividad cotidiana durante períodos aproximados de una hora y media en el aspecto teórico. Luego, durante todo el día, y con el apoyo de juegos, material didáctico y juguetes, ellos mismos aplican los conocimientos adquiridos.
“La intención es que sean capaces de aprender por sí mismos y que no dependan de un guía, su orientación será el propio texto en que se estén basando”, expresa la pareja.
Martha y Sean fundamentan la educación que dan a sus hijos en una serie de criterios obtenidos de diferentes corrientes, como la piagetiana, entre otras.
Y es a la lectura a la que dedican más tiempo: “Es lo que más nos importa, que los niños aprendan verdaderamente a leer”.
CONSEJOS PARA QUE LOS PADRES DE FAMILIA ESTIMULEN A SUS HIJOS: | |
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