Hay una nueva filosafía del ser humano que, aunque exagerada, tiene un fondo de amarga verdad. Considera al ser humano actual como al individuo que, a sabiendas de lo que hace, se suicida un poco cada vez que come, que bebe, que respira y que convive en el aglomerado mundo de hoy. Exagerada pero cierta resulta esta aseveración.
El ser humano civilizado siempre supo que el único y verdadero secreto de la salud, de la longevidad o larga vida, de la fertilidad y de la alegría de vivir, reside en una alimentación apropiada y en un medio ambiente limpio y sano. Pero sucede que cada vez el ser humano se aleja más de la naturaleza, lo mismo en su conducta social y moral que en su dependencia física y ambiental: lo artificial; priva cada vez más que lo natural.
En lo que hace a la alimentación, base de la vida humana, la huida de la naturaleza se refleja en los alimentos artificiales que ahora se consumen, desnaturalizados y dañinas, por la manipulación y los agregados que se les hacen en sabores, colores, conservadores, envases y mil pormenores más que muy poco o nada ayudan al organismo.
Y a ello se agrega el hecho de vivir cada vez más inmerso en un mundo hostil y contaminado, desasosegado y funesto.
Frente a esa situación de hecho, ineludible, aplastante, solo existe la determinación de regresar en todo lo que se pueda a la naturaleza, buscando los alimentos que todavía pueden consumirse frescos, sin fertilizantes venenosos e insecticidas mortíferos. Las huertas familiares pueden ser todavía el refugio pequeño de la naturaleza. (Referencia Desconocida)
Envejecimiento Prematuro
La salud y la felicidad son estados normales de la humanidad, pero una y otra vez se deterioran por factores internos y externos que nos legan por ignorancia o abandono. La alimentación defectuosa es la primera causa del envejecimiento.
Los alimentos preparados actuales, hechos pensando más en la conveniencia del fabricante que en la del consumidor; la falta de una cocción sensata y prudente; el uso y empleo de malas materias básicas; la excesiva dependencia de los tranquilizantes, sedantes y potentes estimulantes, son factores que junto con las drogas y medicamentos, la falta de ejercicio, el ambiente contaminado, la poca excitación de la forma de alegría de vivir, son todas causas, y hay otras más, que contribuyen a la temprana e innecesaria degeneración de nuestros cuerpos.
Está de moda tomar a la ligera y con burla cualquier forma de rejuvenecimiento que se recomiende y, sin embargo, la apariencia juvenil debería ser el estado común y normal del ser humano, hasta una edad avanzada y aún hasta las últimas años de una vida plena.
Un cuerpo desnutrido y fatigado no puede tener una apariencia juvenil. (Referencia Desconocida)