Pienso que esta parte del programa es una de las más difíciles, ya que para ello se requiere de papás pensadores, buscadores de verdad, de aprendizaje y analíticos.
Y no es por criticar a los actuales padres de familia. Más bien, los comprendo porque yo también he sido el resultado de una educación pasiva, la cual ha dado un giro completo a partir de la maternidad y de las necesidades manifiestas en mis hijos. Es difícil, puesto que la preparación concreta, limitada y sumisa a la que nos vemos expuestos durante todos los estudios nos entorpecen los sentidos, la creatividad y la superación. ¿Cómo puedo estimular la inteligencia de mi hijo? Lo primero es estimular mi capacidad. De lo contrario no lograré mi propósito.
Para entender un poco más acerca del desarrollo intelectual le brindaremos primero información sobre la inteligencia y luego algunas pruebas muy sencillas para conocer el pensamiento lógico de su hijo y entender la razón de su dificultad para adquirir algunos conocimientos. Además, la forma de cuenstionar nos dará una idea de cómo podemos hacerlo con el niño en situaciones de la vida diaria.
“Intelegencia es una función en desarrollo no solo una capacidad innata. El ser humano al explorar el medio en que tiene que sobrevivir va adquiriendo información a la vez que va modificando y enriqueciendo sus propias capacidades intelectuales. “La escuela impone una serie de conocimientos que no sabe comprender, por lo que el niño, en lugar de poder ejercitar su razón, se ve forzado a obedecer intelectualmente y memorizar conceptos que no comprende.” (Moreno, M.)
La habilidad de la persona para enfrentar tareas nuevas en situaciones no cotidianas se considera un aspecto central de la inteligencia. La calidad del trabajo de las personas varía de acuerda a los cambios ambientales en que se realiza, de ahí que en ocasiones no existe una correlación entre las buenas calificaciones en la escuela y el éxito en el mundo laboral, pues estos son ambientes diferentes. El ambiente escolar es un ambiente protegido y a veces predecible, mientras que el mundo laboral funciona de manera demandante y ambigua. (Almaguer, Teresa. El Desarrollo del Alumno.)
Hace algunos años, tuve la oportunidad de “dar clase” a jóvenes de preparatoria. En ese entonces, mi poca práctica como psicóloga en Orientación y Formación Profesional, me dificultó la tarea de comprender el alto porcentaje de alumnos que reprobaron mi materia. Lo que logré visualizar fue su falta de lógica, su método de aprender “memorizar” y su pensamiento concreto. Los alumnos se encontraron confundidos ante los resultados en los exámenes, ya que los más sobresalientes no aprobaban y los “burros” obtenían muy buenas calificaciones. Estos últimos se encontraban muy satisfechos, ya que por primera vez pudieron contestar un exámen según su criterio y aplicar los conocimientos en ejemplos comunes.
En otras ocasiones les apliqué unos juegos muy sencillos basándome en las pruebas de Jean Piaget para niños escolares. Fue deprimente ver como solamente 2 de 30 alumnos eran capaces de usar conocimientos adquiridos en la escuela, mientras la gran mayoría daba respuesta de niños de 4 a 6 años.
Brandt (1993), en una entrevista a Howard Gardner, le preguntó si podría dar algunos ejemplos de la falta de comprensión en los profesionistas. La respuesta fue que los ejemplos más dramáticas vienen de las ciencias físicas en las que los alumnos de muy buenas preparatorias y universidades que han obtenido calificaciones sobresalientes, es decir, que han respondido a todas las preguntas correctamente en los exámenes, una vez puestos en situaciones fuera de la clase, como por ejemplo, solicitarles que dibujaran un diagrama o hicieran una predicción, no pudieron responder correctamente. De hecho las respuestas que dieron tendían a ser la misma clase de respuestas que daría un niño de 5 años. (González, Olga y Flores, Manuel. El Trabajo Docente.)
La educación tradicional, desde el jardín de niños hasta la universidad, ha producido estudiantes que frecuentemente se encuentran aburridos y desmotivados. Se les presenta una gran cantidad de información que deben memorizar, mucha de la cual parece completamente irrelevante fuera del contexto escolar. Los estudiantes olvidan mucho de lo que aprenden y lo que logran recordar, frecuentemente no puede aplicarse a problemas y situaciones a los que se enfrentarán en el futuro. (Garza, Rosa María y Leventhal, Susana. Aprender Cómo Aprender.)
Muchos alumnos cuando asisten a la escuela se preguntan, ‘¿Por qué tengo que aprender esto? ¿De qué me sirve?’ Algunos se atreven a cuestionar al maestro y siempre hay la misma respuesta, “Porque vendrá en el exámen. Porque lo necesitarás más adelante.’ Parece ser que ni los maestros saben la razón. (González, Olga y Flores, Manuel. El Trabajo Docente.)
El proceso de aprendizaje es interminable. El problema se presenta cuando lo que se aprende resulta poco significativo, poco aplicable a la vida, o simplemente aburrido, además de que, al dejar la escuela, las personas comunmente se olvidan de seguir educándose por cuenta propia, es decir, de aprender por sí mismas. Para que se pueda lograr esto, se recomienda que cada persona se construya un ambiente educativo personal en el cual se motive y se comprometa con su propio proceso de aprendizaje. (Garza, Rosa María y Leventhal, Susana. Aprender Cómo Aprender.)
Estoy muy de acuerdo con los autores anteriores. ¿A cuántas personas conoce usted que ya terminaron sus estudios, pero que siguen preparándose o leyendo por su cuenta? O simplemente, ¿cuántos estudiantes investigan o leen algo extra, no solo lo que el maestro pide? Ah, y mi parte favorita, es esa que dice que cada uno construya su propio ambiente educativo. Pienso que Escuela en el Hogar ofrece esta alternativa. De los mismos autores, tenemos lo siguiente:
Hay personas que son pensadores “naturales” como lo menciona la Dra. Margarita de Sánchez, es decir, pensadores que por sí mismos se enseñan a manejar las estructuras lógicas con gran efectividad y existen otros que no lo son. Estos últimos requieren de algún tipo de monitoreo para que puedan desarrollar habilidades que los preparen a aprender a aprender y es en la educación formal donde se puede ofrecer un ambiente para ese desarrollo. (Garza, Rosa María y Leventhal, Susana. Aprender Cómo Aprender.)
Para mi esposo y para mí, nos resulta gracioso lo anterior y nos cuentionamos lo siguiente. ¿Significa que los no capaces (tontos) de aprender por sí solos son los que necesitan ir a la escuela? Y del mismo libro obtuvimos lo siguiente:
¿Cómo tener algunos motivados a aprender y mucho más a aprender a aprender por sí mismos? Para esto se requiere que se genere un ambiente educativo de búsqueda de la verdad y de reflexión crítica con el fin de que se propicie el aprender de manera fácil y profunda para poder utilizar los conocimientos en diferentes situaciones que se presentan tanto en el ámbito escolar como fuera de él. (Garza, Rosa María y Leventhal, Susana. Aprender Cómo Aprender.)
Ante esto, nos preguntamos, ¿realmente la escuela ofrece ese ambiente especial? A continuación les presentamos una historia sucedida en Australia, planteada por De Bono en su libro Lógica Fluida. Esperamos que la disfrute.
Había unos chicos que le propusieron a otro niño que seleccionara entre dos moneda, una de un dólar y la otra de dos dólares. La primera era de mayor tamaño que la segunda. El niño seleccionó inmediatamente la de un dólar y por lógica los demás amigos re rieron de lo sucedido. Esto se lo hicieron en muchas ocasiones y el mismo niño seguía seleccionando la moneda de un dólar. Un hombre, al darse cuenta de lo que sucedía, se le acercó al niño y le explicó que la moneda más pequeña era la de mayor valor, por lo que los otros chicos se estaban burlando de él, en cada ocasión que le habían dado a escoger. El niño le contestó que ya lo sabía, pero explicó que había escogido en cada ocasión la moneda de tamaño más grande (de un dólar) porque de lo contrario solamente le hubieran hecho el juego una sola vez y hubiera ganado por consecuencia dos dólares, sin embargo, ahora él había conseguido más dinero al hacerles pensar que no sabía lo que seleccionaba. La lógica del niño fue una lógica fluida. El pensó no sóolo en la consecuencia inmediata de la acción inicial sino en la cadena de eventos a la que iba a llevar esa selección. La lógica de los alumnos era una lógica rígida. Ellos pensaron que lo lógico era tomar la de mayor valor, es decir, estaban centrados en una respuesta inmediata y definitiva. (De Bono. Lógica Fluida.)
El papel del maestro no debe ser el de transmisar de conocimientos sino el de intermediario entre el pensamiento del niño y la realidad. Y ello lo consigue observando primero cual es la forma de pensar de éste y luego creando situaciones de contraste destinadas a engendrar contradicciones que el niño pueda sentir como tales y que le inciten a encontrar una solución mejor.
El maestro (padre) debe evitar siempre que sea posible dar la solución a un problema o transmitir directamente un conocimiento porque ello impide que el niño lo descubra por sí mismo, limitando así su creatividad. (Moreno, M.)
Partiendo de eso, deseo compartirle una experiencia sucedida con mi hijo Alejandro (4 años 4 meses).
Mami: Hoy vamos a tener una clase sobre algo nuevo.
Alejandro: ¿Qué es?
Mami: Vamos a aprender sobre los seres vivos. Observa a tu alrededor y dime si puedes ver algún ser vivo.
Alejandro: Sí. Mi hermano Josué, los pinos, los pajaritos.
Mami: Muy bien. ¿Cómo podemos identificar a un ser vivo?
Alejandro: Muy fácil. Se mueve, habla, come, lo escuchas.
Mami: Hace un momento me dijiste que los pinos son seres vivos. Pero los pinos ¿escuchan? ¿se mueven por sí solos? ¿hablan los pinos?
Alejandro: (Se ríe y dice con la cabeza que no.)
Mami: Entonces, ¿cómo podemos identificar a un ser vivo?
Alejandro: Pues, por que lo ves y sabes que está vivo.
Mami: Esta mesa, ¿será un ser vivo?
Alejandro: No.
Mami: La silla, ¿es un ser vivo?
Alejandro: No.
Mami: ¿Cómo sabes que no son seres vivos?
Alejandro: No nacen. Alguien los hizo. No les duele si les pegas. No crecen.
Mami: Oye, tú. ¿Qué piensas? ¿Una gallina será un ser vivo?
Alejandro: Sí. Puede estar embarazada, tener pollitos, puede morir. Mira, primero es un pollito y luego crece y entonces ya puede tener sus pollitos.
Mami: (Procede a realizar un cuadro sinóptico.) ¡Ah! Entonces un ser vivo es aquel que:
Ser Vivo {
- Nace (ya nació y luego ¿qué pasa?)
- Crece (ya creció, es adulto, ¿ahora qué?)
- Reproduce (tiene ‘bebitos’ frutas, animales, … y luego …)
- Muere
A través de este ejemplo podemos ver como Alejandro forma su conocimiento. Y no es a partir de una información impartida por su mami, sino tomando como base su idea de la realidad. Dicho conocimiento nuevo y más estructurado ahora será inolvidable para el niño.
Veamos ahora qué pasa cuando recibimos solamente información en lugar de ser nosotros mismos los que llegemos a estructurar el conocimiento.
Algunos textos coinciden, que aún cuando una persona piensa que escuchó cuidadosamente, sólo captó realmente el 50% de lo que oyó. Después de dos días solo podía recordar la mitad de eso, o el 25% del mensaje original. Estos datos impactan de manera directa en el contexto educativo de tal modo que a partir de aquí cabría la pregunta, ¿cuánto de lo dicho en clase sí se retendrá en la mente de los alumnos? (Elizondo, Magdalena. Asertividad y Escucha Activa en el Ámbito Académico.)
Nuestra experiencia de adultos nos demuestra cómo, después de dejar la escuela primaria, hemos descubierto conceptos en teoría aprendidos – memorizados y olvidados – en ella, a los que sólo después de muchos años hemos podido darles un significado comprensible al aprenderlos realmente. La evolución intelectual debe seguir el mismo ritmo que la adquisición de conocimientos, de lo contrario, éstos se convierten en hojarazca cuya única misión es la de hacernos lamentar el tiempo perdido. (Moreno, M.)