¿Cómo integrar al niño a una buena alimentación? Primero, es a través del ejemplo del adulto, y más tarde es la actitud del adulto. Veamos como lo plantea John Locke en su publicación Pensamiento acerca de la Educación:
Me parece evidente que el principio de toda virtud y de toda excelencia moral consiste en el poder de rehusarnos a nosotros mismas la satisfacción de nuestros propios deseos cuando la razón no los autorice. Este poder ha de ser adquirido y desenvuelto por el hábito, y se hace fácil y familiar por una práctica temprana. Si, pues, se me escuchara, diría que, contra el método ordinario, debe acostumbrarse a los niños a dominar sus deseos y a prescindir de sus caprichos, aún desde la cuna. Lo primero que habría que enseñarles es que todas las cosas que se les dan no las obtienen porque les sean agradables, sino porque se piensa que les son útiles. Si se les proporcionara las cosas que satisfacen sus necesidades, de tal modo que nunca se les diera lo que reclaman a gritos, se acostumbrarían a prescindir de ello, y no aspirarlan ya-a-querer ser los dueños a fuerza de alborotar y regañar, ni serían inútiles para las demás y para ellos mismos por no haber sida tratadas así desde el comienza de su educación.
No quiere decir esto que no se tenga con el niño ninguna indulgencia, ni esperar que a esa edad tenga la razón y la prudencia de un consejera. Lo considero como a un niño, y, como tal, debe ser tratado con ternura, y jugar y tener juguetes. Lo que quiero decir es que siempre que quiera obtener una cosa o realizar una acción que no le convenga, no se le debe conceder bajo pretexto de que es pequeño y porque lo desea; es precisa, por el contrario, siempre que reclame algo con inoportunidad, hacerle comprender que, por lo misma, le será negado. He visto niños a la mesa que, sea lo que quiera lo que tengan delante, no piden nunca nada, sino que toman gustosamente lo que les dan; y he visto a otros gritar por todo lo que ven, y es precisa darles de todos los platos, y aún, a veces, servirles las primeras. ¿De qué proviene esta gran diferencia? De que unos han sido acostumbrados a obtener todo lo que piden a gritos, y otros a prencindir de ello. Mientras más pequeños son, más precisa crear resistir a sus apetitos desarreglados y desordenados, y mientras menos razón tengan por sí, más sometidos deben de estar al poder y al dominio de los que los tengan a su cuidado. De aquí resulta, hay que confesarlo, que no deben rodearles sino personas discretas. Si la gente, en general, procede de otro modo, no podemos remediarlo.
Mientras más pronto se inicie este camino con los niños, más fácil será para ellos, y también para sus ayos; y que debe observarse como una máxima inviolable el que jamás deben obtener con sus gritos o importunidades lo que se les haya negado una vez, al menos que se les quiera enseñar a ser impacientes y molestos, recompensándoles porque sean así.
Ya que hemos visto que es a través de nuestro ejemplo que integraremos a nuestro hijo en una buena alimentación. Permítame describir una situación muy común por medio de la cual enseñamos al niño a comer pésimamente.
El mejor lugar para aprender muy bien a comer mal es la escuela. A través de entrevistas aplicadas a niños escolares, hemos encontrado que lo que más disfrutan de la escuela, es el recreo. Es el tiempo de jugar, de comprar sus alimentos favoritos en el puesto escolar. Además, existe en los niños una confusión. Por una parte, los maestros y padres de familia enseñan la clasificación de los alimentos nutritivos y necesarios para el organismo. Pero, por otra parte, los padres autorizan al hijo a comprar lo perjudicial, ya que le otorgan el dinero, y en ocasiones ellos mismos compran la “chatarra” como lonche escolar. Y no olvidemos la participación de la escuela que, dentro de su misma institución, vende todos esos productos que son atractivos para los niños pero dañinos para el cuerpo.
¡En que mundo de contradicciones se encuentran los infantes! Queda demostrado que la escuela solo ofrece conocimientos informativos, los cuales quedan en el aire y no en la vida práctica.
Pues, bien, nuestro niño está siendo educado para analizar el contenido nutricional de los alimentos y determinar si lo consume o elimina de su dieta. Un día me preguntó lo sigiuente: “¿Por qué esas personas están comiendo papas fritas? (¿o hamburguesas? ¿o refrescas? etc.) ¿Acaso no saben que son malos para su cuerpo?” La primera vez yo respondí, “Es probable que no saben.” Entonces Alejandro casi me obliga a dirgirme a esas personas y explicarles. El estaba muy preocupado por la salud de ellos. En otra ocasión yo respondí, “Es probable que sí saben que lo que están comiendo es malo.” Entonces Alejandro me preguntó, “Si las personas saben que están comiendo algo que es malo para su cuerpo, ¿por qué lo comen?”
Es increíble ver cómo un niño de 3 años puede darse cuenta de que hay adultos que hacen cosas estúpidas.